Mi propia cara al mirarme esa mañana tras la noticia, esa noticia que esperaba desde hacia tanto tiempo. Vi mi sonrisa, la verdadera, y como por primera vez en mucho tiempo, mi reflejo me devolvía una mirada de aceptación y no de asco y desprecio.
Esa misma tarde y, aunque parezca una estupidez, me comí el primer helado después de mucho tiempo sin remordimientos, sin pensar en nada. Ahora tocaba seguir poco a poco, todavía me quedaba mucho camino por recorrer.
Durante todo el transcurso (casi 4 años) de mi recuperación, una de las cosas que más me relajaba y me evadía del mundo era la música. Hasta aquí todo bien, todos los que me conocen saben lo importante que es para mi, lo que la música llega a hacerme sentir.
Pero ahora viene algo que me tiene bien callado.
Si hay algo que me de mucho corte es cantar en publico. Horror, pánico. Solo imaginarme tantos ojos mirándome, como si me estuvieran juzgando, me muero.
Por eso, las horas muertas, donde los pensamientos mas retorcidos hacían acopio en mi cabeza, las mataba escribiendo canciones. He de decir que yo, lo que es estudiar música, no he estudiado. Pero, ¿acaso hay que estudiar para hacer que una canción te erice la piel? a música es libertad, no atiende a normas; es improvisación, como la vida.
Si, no se cuantas tengo, pero ahí están, escondidas. Esas letras reflejan todo aquello que yo sentía en esa época: soledad, indiferencia, oscuridad, soledad, rechazo, incomprensión; dolor, mucho dolor.
En mi cabeza cada nota se colocaba en su lugar, y la letra encajaba a la perfección, creando melodías con un trasfondo un poco macabro. Un día me atreví a cantarlas con mi voz, y no con mi cabeza.
No os hacéis una idea de la liberación que era eso. Era como si mis sentimientos se transformaran en notas y que, cuando cantaba, me limpiaban el alma.
Día que estaba peor, día que escribía algo nuevo. Y así poco a poco fui recopilando canciones, notas que mi mente había construido, y que se han quedado impresas en papeles que hoy por hoy, están apartados en una carpeta.
He de reconocer que me da hasta un poco de corte abrir esa carpeta y leer todo aquello, sentir todas esas notas. Al fin y al cabo es un pasado lleno de oscuridad, donde lo ultimo que quería era vivir.
Pero creo que hoy es un buen día para hacer acopio de valor y abrir esa carpeta, y recordar que un día, yo fui todo eso, y que gracias a ello hoy soy quien soy.
Por eso, poco a poco voy cantando mas, me dejo ver, pero poco. Cantar es mostrarme tal y como soy, ser demasiado transparente para mi gusto. Pero a veces, ese secreto quieres mostrarlo, y yo quiero hacerlo.
Es uno de esos dones que son demasiado especiales para que todo el mundo los vea, y más para que la gente entienda el trasfondo de unas notas que fueron escritas entre las paredes de un hospital, hace un año.
Algún día me encantaría cantarlas para alguien, y que en ese momento todo se evapore a mi alrededor; alguien que tocase esas notas y que, junto con mi voz, entienda todo aquello y crear algo único, mágico.
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