viernes, 28 de junio de 2013

Atras en el tiempo.

¿A quien no le gustaría tener una maquina del tiempo? Poder viajar al fururo, al pasado; volver a vivir momentos felices, o verlos como un mero espectador para entender los sentimientos de la otra persona. 
A mi me encantaría. Viajar a ciertos momentos de mi vida y darle al "pause", vivir alli eternamente, sin hacerme mayor, viviendo ese momento hasta que agotase.
Tambien para cambiar cosas del pasado, para no cometer errores. Para que todo fuera diferente. 
Yo cambiaria muchas cosas de mi pasado, pero si lo pienso son esas cosas las que han hecho de mi lo que soy ahora. Ha habido momentos dificiles, y llenos de dolor, pero eso no significa que quiero que desaparezcan, solo que me hubiera gustado que hubieran sucedido de otra forma, sin cambiar la esencia. 
Soy de la opinión del que el pasado, pasado está y si pasó fue por algo. No podemos intentar volver a vivir lo mismo exactamente ahora, porque nosotros con el tiempo cambiamos, nos suceden cosas y somos mas mayores. 
Pero si podemos hacer que lo que fue bueno un día, sea mejor ahora. El destino es nuestro y puedes cambiarlo a tu antojo, porque hay mil caminos por los que puedes optar. Pero no hay caminos de regreso, solo hay caminos que avanzan. Algunos son parecidos a los que un día andaste, otros no. 
Con el tiempo aprendes a que hay que sacarle todo lo que puedas al camino en el que estés, aprender para no caer y tropezar. 
Mi madre un dia me dijo que solo tenemos una oportunidad de mirar atrás y de volver a ese instante, cambiarlo y hacerlo nuestro y desde ahí, continuar. 
Hay muchos momentos para elegir, pero hay que saber elegir; en eso consiste el hacerse mayor. En elegir a quien quieres a tu lado, a quien no. Que es lo mejor para ti, que es lo que te apetece. Quien te hace feliz, y quien no. Quien coarta tu libertad y quien te da alas de libertad. 

jueves, 27 de junio de 2013

Es tiempo de ser feliz.

¿Quién alguna vez no se ha hecho la pregunta de: hoy me tocará ser feliz por fin? Quien nunca se la haya hecho, miente. 
Nos da miedo hacernos esa pregunta, porque tememos la respuesta más que nada. Tememos recibir un no, un "aún no te toca". 
La vida te enseña poco a poco que esos miedos hay que perderlos y que la felicidad personal no depende de una pregunta absurda que te haces de vez en cuando. No. Tu felicidad depende de ti. 
Ve a por lo que más quieras, lo que te diga tu corazón que anhela. Cierra los ojos, deja que todo lo que sientas fluya, salga de tu corazón. 
Te aseguro que en tu mente se ha dibujado lo que deseas más. 
Ahora, ¿por qué no vas a por ello? Ve, joder, que el tiempo es algo que pasa demasiado rápido. 
Ve a por eso que te hace tan feliz, que te hace sonreír cada mañana y que te hace animarte cuando estas de bajón. No sueñes con tu felicidad, ve y cógela  porque es tuya, siempre lo ha sido, solo que no has tenido nunca el valor de ir a por ella.
Deja a un lado ideas absurdas, comentarios de gente, y adelante. Que te de igual lo que piense el resto. 
Se que diréis  "Es que decirlo es mas fácil que hacerlo" No lo niego. Muchas veces nuestra felicidad reside en una persona y no es fácil acercarse y decirle: "eh, hola. Me haces feliz." 
Lo se, no es nada fácil. Pero no cometáis el error que yo cometí. No dejéis escapar a la persona que sabes que tiene la llave para hacerte feliz del todo. 
Seas quien seas, no se que haces aquí. Deberías estar atrapando tu felicidad, no leyendo los desvaríos de una chica que un día cometió el error de dejar ir su felicidad por razones que ni si quiera ella aun llega a comprender. 
Así que, ¿a que estás esperando?

miércoles, 19 de junio de 2013

"El mundo no es una fabrica de deseos"

Hace un par de días, una amiga me dejó un libro que según ella, me iba a encantar. Y tanto si me gustó, que en dos días me lo leí.
Al principio me resultaba la típica historia de chica enferma de cáncer que conoce a un chico también con cáncer y se enamoran y bla bla bla. 
Pero poco a poco vi que la historia decía mas de lo que dejaba entrever. A medida que pasaba las páginas fui poniéndome en la piel de la protagonista, intentando sentir lo que ella contaba. 
Tengo que decir que el final me sorprendió muchísimo, pero me gustó. 
El libro es cortito, sin aparentemente con ganas de ser un libro recordado. Pero la historia me llegó. El libro deja un trasfondo lleno de mensajes. 
Saqué varias ideas, como que la vida es demasiado corta como para estar pendiente de las tristezas, que hay que vivir cada minuto, que no hay que sentirse como una "granada", como dice la protagonista tantas veces (Una granada se refiere a que tenía miedo de estallar y que toda la metralla se incrustara en el corazón de aquellos que la querían)
También he visto que puedes conseguir todo lo que te propongas; la protagonista estaba enferma y aún así cumplió sus sueños. Encontró el amor, un amor fugaz, pero un amor. Y encontró a una familia que la quería mucho mas de lo que ella se pensaba. Se dio cuenta de que, como decía Augustus, no quería caer en el olvido, porque es a lo que mas miedo le tenía Augustus, a morir y a ser olvidado. 
Se llevó palos, entendiendo que, el mundo no es una fabrica de deseos y que las ilusiones son efímeras, pero que cuando te rozan dejan una marca que quedará para siempre. 
"¿Cómo vamos a desear el placer si no conocemos el dolor?", es un pensamiento que se deja ver en toda la obra. Los protagonistas sufren por lo que pasa a su alrededor, por lo que le pasa a sus seres queridos y a ellos mismos, en el interior de su mente. Pero son felices. Su dolor les condujo a una felicidad que jamás habían experimentado y, aunque fue efimera y fugaz, les cambió por completo. 

La conclusión es que, a parte de llorar con el libro, es que la vida es un suspiro. Hay que dejar de lamentarse por cosas del pasado, cosas que se dijeron y se hicieron, y dejarnos de tanto rencor y tanta mierda que estropea las relaciones entre nosotros. Dejemos a un lado todo ese pesimismo, esas tonterías que nos enturbian la mente, nos hacen estar en vilo, preocupados todo el día porque estoy convencida de que la mayoría de las veces son gilipolleces. 
Dejémonos ayudar por el que está a nuestro lado, porque tu no lo sabes, pero puede que esa persona te de esa ansiada felicidad que tanto tiempo has buscado, dando igual que sea poco duradera o sea amarga o dulce.
Es felicidad, al fin y al cabo.

(Por cierto, el libro se llama "Bajo la misma estrella", de John Green. Os lo recomiendo de verdad, es fantastico)


jueves, 13 de junio de 2013

Espiritus libres.

"-¿Pero le echas de menos?
+ Claro que le extraño. 
-¿Y por qué no lo intentais?"

Ese diálogo se repite constantemente con muchos de mis amigos y conocidos. ¿Quién, a estas alturas, no conoce mi historia? 
Siempre que la cuento la gente lo ve como la típica historia trágica, de los dos que no pueden estar juntos. Pero, cuando digo que todo es diferente para mí, me miran extrañados.
Claro que todo es diferente, todo ha cambiado. Yo he cambiado, él ha cambiado. Y no somos dos crios. 
Cuando te enamoras por primera vez pueden pasar dos cosas: o que toso salga increiblemente bien, o que todo salga increiblemente mal. No es que sea una persona con mucha suerte, asique me ocurrió lo segundo. 
Todo es precioso al principio, pero luego al realidad te explota en la cara. La edad además hace mucho. No ves las cosas igual con 16 años que con 19. Creces, ves mucno, conoces a gente. Empiezas a entender que hay muchas personas en el mundo que te pueden ofrecer lo mismo que esa persona, que pueden hacerte feliz. También entiendes que jamás nadie te va a llenar como el primer amor, ni te vas a sentir igual. Pero eso es parte de la vida. 
Veo a multitud de parejas felices, y lo que antes me daba envidia, ahora solo me da alegría. Me alegro por esas personas que han encontrado a su otra mitad, es algo mágico. 
Cuando me imagino en una relación...la verdad es que no me veo. Soy una persona cambiante, que va de un lado a otro, que no le gustan las ataduras. No quiero que el hecho de tener pareja se convierta en una rutina continua, donde te ves, hablas, y te vas. No. No quiero eso. 
Quiero que cada día sea diferente, ir por la calle y no parecer que somos una pareja. No quiero pastelosidades, no quiero uno de esos amores que te están recordando cada día lo importante que eres para él, no. 
No quiero a alguien responsable, que solo viva para sacarlas mejores notas, o para ser mejor en su trabajo. No quiero a alguien que sea estricto con el horario, que le de igual si hace frio o calor. No quiero a alguien que este siempre empeñado en hacer planes "de pareja", solos el y yo. No quiero al tipico novio protector que si salgo esté en vilo y que me tenga que acompañar a todos los sitios, no; que entienda que tengo una libertad individual, y que eso conlleva confiar el uno en el otro.  No quiero a alguien que me alague, que diga lo que quiero oir y haga lo que yo le diga, quiero que tenga voz, se queje, sea rebelde. 
Yo busco alguien tan cambiante como yo, que vaya, que venga, que encuentre la libertad conmigo, que no sea yo la que le corte las alas. 
No es que no quiera una relación, es que yo no lo veo como el resto del mundo. Una relación se basa en que compartimos un sentimiento mutuo, y eso de ti es lo unico que me pertenece. No me pertenece tu cuerpo, ni tus ideas, ni tu voz. 
Es una persona libre que ha entrelazado sus sentimientos, que ha creado un vinculo especial con alguien que siente el latir de la vida igual. 


Puede sonar fantasioso, irreal y absurdo, pero si yo existo y soy así, ¿quién me dice que no habrá por ahí otro espiritu libre como yo? 



martes, 11 de junio de 2013

Mi historia (II)

El otro día, le conté a mi madre la entrada que había publicado, la que contaba de forma bastante resumida, lo que había sido mi vida. Por un momento, ella se enfadó, diciendome que es algo que debería haberme callado, que cuanta menos gente lo supiera mejor. Pero le dije que no era justo ni para mi ni para nadie. 
Nadie se muestra tal y como es, por eso el mundo va como va. Todos fingimos ser quien no somos, mostrando una cara por el simple hecho de aparentar. 
Yo no puedo ser así. Es algo en mi el hecho de que me muestre tal y como soy, porque si quiero tener una relacion de cualquier tipo prefiero que se asiente sobre verdades verdaderas.
Eso le dije a mi madre, y cambió su enfado por comprensión. Sabía lo importante que era para mi publicar esa entrada, que todo el mundo supiera quien soy de verdad, mi realidad de cada día, todo lo que he peleado por llegar a donde estoy ahora. 

Después de hablar con ella, he visto que lo que conté el otro día es solo la superficie de una vida que tiene mucho mas que contar. 
Con todo el tema de la bulimia, me volví una persona desconfiada. Ese verano lo recuerdo como uno de los peores de mi vida; apenas salía de casa, y casi siempre estaba con la mirada ausente, sumida en una realidad falsa que había creado mi cabeza, un sitio donde yo me evadía y nada había ocurrido. 
Cuando llegó el primer día de universidad, estaba terriblemente nerviosa. Era empezar de nuevo, una oportunidad que me daban para empezar de 0, ser quien quería ser pero esta vez de verdad.
El caso es que no fue como yo hubiera deseado; me sentí sola. Todo el mundo se conocía, y el que no pues hablaba con facilidad, saludando y presentandose a todos. Yo es no puedo hacerlo, porque pensaba que iba a molestar, o a ser pesada o yo que se. 
Así que llegué en silencio y me fui en silencio. Nadie se fijó en mi. Iba a clase, como una más, y eso repercutió. 
Por lo menos en el instituto los ultimos años habían sido "buenos", porque tenía a mis amigos en clase, pero ahora estaba sola, sola de verdad. No hablar con nadie se estaba volviendo en mi contra. Mis padres empezaron a preocuparse otra vez, más mi padre que mi madre,porque mi madre pensaba que una vez superado yo no volvería a caer. Mi padre, en cambio, sabía que yo en el fondo lo estaba pasando realmente mal. Me conoce, porque soy como el de caracter y sabía que, detrás de esas palabras de "hoy en clase bien" "me llevo genial con mis compañeros", se ocultaba algo que no dejaba ver. 
El caso es que a los meses de empezar la universidad, caí de nuevo. Eran muchos golpes de golpe, valga la redundancia. Una vez a la semana ver a mis amigos no era suficiente, y para una vez que les veía lo ultimo que quería es que estuvieran pendientes de mi. 
Mi padre, un día sin decirme nada me dijo que tenía cita en el medico. Me crispé de tal manera que me negué a ir, pero al final pues terminé yendo. 
Al llegar, el medico me obligó a contarle que me pasaba y al final lo solté todo. Así que el medico me dijo que tenía que ir a terapia de grupo, al hospital, con una psicologa. 
Jamás me sentí mas humillada. Mi padre apoyaba la decisión, pero yo me volví como una loca. No quería estar en un grupo de ayuda, ni nada. Eso significaba que estaba enferma no fisicamente, sino mentalmente. 
El medico me dejó elegir, y yo en un principio dije que no, que ni loca me metería en un grupo de enfermos. Pasaron unas semanas, la cosa fue a peor. Entre examenes, que en la universidad las relaciones pues no eran como yo había pensado, y el estrés de callarme todo esto,  la cosa se descontroló otra vez. 
Una tarde de jueves, de la cual yo creo que nunca me voy a olvidar, mi madre me encontró en el baño, con la cara blanca y sudando. 
Mi madre se puso en lo peor, y yo no podía hacer otra cosa que mirarla. Lloré cuando me vio así. Quería desaparecer, todo menos que mi madre me viera así. 
No se me había ocurrido otra cosa que tomarme no se cuantos laxantes, y claro, estaba deshidratada y echa polvo. Mi madre entonces vio la magnitud del problema.
Sentí como mi madre me cogía y me abrazaba, como si fuera una niña pequeña y sentí su miedo. Mi madre tenía miedo por mi. Ahora habían sido laxantes, ¿qué sería lo próximo?
En ese estado se te pasan muchas cosas por la cabeza. Hubo un momento en el que me quise morir. No quería seguir viviendo, porque para llevar una vida de mierda...La desesperación que sentía había llegado a un extremo tal que rayaba la locura.
Llamó a mi padre y en seguida estuvo conmigo. Fue un fin de semana en el que estuve en la cama todos los días, sin apenas hablar y de comer mucho menos. 
Mis padres no entendian nada, y yo tampoco. Ya no estaba en el instituto, ya no tenía miedo de esos que se metían conmigo. ¿Por qué seguía haciendolo? 
Supongo que para sentirme mejor al mirarme al espejo. 
Después de ese fin de semana horrible, volví el lunes a clase aun con secuelas de haber estado mala, pero todo lo arreglaba con un "me duele el estomago, me ha sentado mal la comida".
Para más inri, mi madre estaba de cursos, trabajando, y eso implicaba estar sola en casa toda la tarde. Cada hora me llamaban mis abuelos, pendientes de mí, de si estaba bien. 
Me empecé a tener miedo, pánico hacia mi persona. Estaba autodestruyendome poco a poco, y yo empezaba a notarlo. Tenía mas ojeras de lo normal, no tenía ganas de reir. Descuidaba mi aspecto, y todo el mundo le veía como un enemigo potencial. 

Tomé una decisión: esto no podía seguir así. Quería ver a la Cactus que era antes en el espejo, no a una enferma que no ponía solución. 
Hablé con mis padres y les dije que probaría lo del grupo. 
El primer viernes que fui estaba nerviosisima. Todos se conocían ya, y yo llegaba con lo que podriamos llamar curso, empezado. 
Escuché historias increibles, y veía en los ojos de aquellas personas lo mismo que yo sentía. No estaba sola, no era la unica. Otras personas habían y estaban pasando por lo que yo. 
Eso me dio fuerza para cuando me tocó contar mi historia. Acabé llorando, y no sentí vergüenza, porque esas personas me miraban con una mirada tan inexpresiva como la mía, detras de la cual se escondía una persona como yo, con miedo.
Mi percepción del grupo fue cambiando de peor a mejor. Me gustaba estar allí, era un sitio donde podía ser yo, donde podía contar todo lo que me pasaba.
Claro que, tantos viernes desaparecida, la gente empezó a sospechar. Los viernes no salía y llegaba a casa tarde. ¿Dónde me metía?
Personas incluso se enfadaban conmigo porque no salía los viernes, porque siempre decía que "no me apetecía"
Excusas, excusas, excusas. Estaba harta de excusas, pero era mi salud la que estaba en juego.
Decidí por una vez en mi vida centrarme en mi, en lo que yo quería y en lo que era mejor para mí y no para los demás.
En el grupo me dí cuenta de que tenía pasión por ayudar a los demás. Quería dar la oportunidad a otras personas que, como yo, en un principio se negaban a recibir ayuda. Ayudar a hacerles ver que ellos valian tanto o más que los demás, que no estaban solos. 
Mi objetivo en la vida lo descubrí de una mala experiencia. Yo soy una persona que está para escuchar, no para ser escuchada. Estoy para ayudar, no para ser ayudada. Porque ese es mi don: ayudar y escuchar. 
Estuve 7 meses ininterrumpidos en el grupo, viernes tras viernes, superando todo lo que me estaba pasando. A medida que pasaban los meses, sentía que algo nuevo nacia en mi. 
Tanta rabia y tanto dolor acumulado se estaba disipando, me sentía mas fuerte. Tomé las riendas de mi vida, cambié mi realidad, y la hice mía. 
Aprendí que mis problemas no se solucionaban con vomitar la comida o no comer. Los problemas se resuelven afrontándolos, asumiendo que hay una dificultad y sabiendo que tu puedes superarla por muy difícil que sea.
Aprendí en que quien me quería iba a aceptarme tal y como era, siendo o no una enferma. Aprendí a que alejarse de la gente por una idea absurda de que molestas está mal. 
Aprendí que amar no está mal, pero no hay que hacer un mundo de esa persona. Aprendí a escuchar, no a oir. Aprendí a ser un poco mas tolerante con los demás, dejando de juzgar por la primera impresión. 
Porque yo, en el fondo, me habia llegado a convertir en todo eso que odiaba y despreciaba. Por eso me tenia tanto asco, porque de tanto odio recibido y tantos desprecios pasan factura y se apoderan de ti. 

Esto va por mis padres, que estuvieron ahí siempre. A mi madre, que tantos viernes me ha acompañado al hospital, por ayudarme esta tarde de un jueves cualquiera, cuando me vio medio muerta. 
A mi padre, porque a pesar de ser un sobreprotector, fue eso lo que me ayudó. Porque vio que aún era una niña pequeña en muchos aspectos, y una mujer dolida en otros. 
Por ellos soy una parte de lo que soy. Me han enseñado que si se quiere, se puede. Y que si me caigo van a estar ellos también ahí para levantarme y para decirme que pase lo que pase, ellos siempre van a estar ahí. Sea como sea, pase lo que me pase y me comporte como me comporte.
Se ganaron ver mi primera sonrisa verdadera despues de tanto dolor. A veces pillo a mis padres observándome  pendientes de como estoy, y les veo sonreír. Y eso es de las cosas mas bellas del mundo. 
De verdad.


miércoles, 5 de junio de 2013

Mi historia.

He vuelto a recuperar la inspiración hace unos días. Las buenas noticias te inspiran, te llenan y te hacen ver que existe una salida, una luz al final del túnel, un túnel en el que te veías atrapado, sin salida alguna, en completa oscuridad. 
Pero ahí estaba, esa luz me había cegado y por fin, después de tanto tiempo, me dijeron las tres palabras mas bonitas del mundo entero: "Estas completamente curada"
Ni un te quiero, ni un te echo de menos, no. Estas completamente curada. La gente que leerá esto y no me conozca demasiado se preguntará el porqué. 
Es algo que poco a poco he ido asumiendo como parte de mi vida, como un objetivo a superar cada mañana. Una forma de vida. 
La vida, cruel y traicionera, me ha tratado mal. Si, muy mal. Hubo unos años de mi vida en los que me veía sola, sin nadie que me hablara, sin nadie que quisiera ser mi amigo. Y, los que eran mis amigos, iban a institutos diferentes. 
Siendo la gordita de clase, la callada y la que era friki, era el centro de las burlas y comentarios. No podía salir a la calle tranquila, con miedo a cruzarme con las personas que tanto me señalaban todos los días. Ir al instituto era un calvario, un calvario que llevaba muy en silencio, tanto, que mis padres no sabían nada. Poco a poco fui conociendo a personas que eran tan señaladas como yo, por el simple hecho de ser diferentes. Así que terminamos por hacer un grupo lo que los guays del instituto consideraban "los apestados" De ahí nacieron amistades muy fuertes, como la mia con mi mejor amigo --camino de 8 años ya--. 
Y cuando te ves menos sola, y un poco mas protegida y segura, caes. Te hacen tropezar, y te hacen algo que te hace mas daño del que tu te creías. 
Cada día que pasaba me miraba en el espejo, analizandome con la mirada. 
¿Mis ojos? Horribles. ¿Mi cara redonda? Mas horrible aun. ¿Mi cuerpo? 
No tenía palabras para expresar la repugnancia que me daba mi cuerpo. Lo veía tan gordo, tan fofo y tan...grande. Tan feo. Tan poco delgado. Y cometí un gran error: relacioné mis problemas de relaciones sociales con mi fisico. La gente no se me acercaba y me trataba mal por mi cuerpo. Pues eso iba a cambiar.
A lo largo de un par de años fui dejando de comer poco a poco, de manera imperceptible, y la cosa se me fue de las manos. 
Conocí a un chico, uno fantastico, que me hizo creer que yo era especial. Después de tanto odio recibido, que alguien te quiera por como eres es algo que no te esperas y, claro, yo era una presa facil. 
En definitiva, me uso, me utilizó para bajarse un calentón momentaneo y luego me dejó tirada. No me conocía, no me saludaba y me borró de todos los sitios. 
Otra herida más, que se convirtió en otra mala idea.
Después de aquello me sentía la persona mas sucia del mundo: me habían quitado lo mas preciado de mí, algo que jamás podré recuperar. Ahora, ademas de repugnancia a mi cuerpo, no me podía ni mirar.  
Estaba destrozada, mentalmente y físicamente. Y tome una decisión.
La misma noche que le vi con otra, llegué a casa y comenzó mi tortura. Yo, que siempre era la defensora del "tienes que ser uno mismo y gustarte tal y como eres", había caido en las garras de la bulimia. Y todo porque tenía la absurda idea de que todos mis problemas venían por mi fisico. 
Conocí a mas chicos, todos unos mentirosos y unos canallas, que hicieron lo mismo: usarme. Yo era la "chica de paso". Me sentía como un despojo. ¿Es que nadie me veía? ¿Es que nadie me iba a querer o que? Por ahora, sigo con esa idea. Se me hace extraño pensar que alguien me pueda llegar a querer, o le pueda gustar. Es extraño. 

Poco a poco fui empeorando, hasta que un día mis padres me pillaron. Estuve desaparecida del mundo unos días, con una anemia de caballo, ingresada en el hospital. 
Cuando salí, decidí no contar nada a nadie. Intenté seguir con mi vida, pero cuando todo parecía ir bien, caía otra vez. Mis amigos se extrañaban de mis repentinos cambios de humor, de cuando sacaban ciertos temas yo me volvía arisca y huraña. Pero yo callaba, hasta hace unos meses, cuando no pude más.
Yo ya tenía mi grupo de amigos, ya no tenía miedo de esos idiotas que me señalaban y yo era feliz, pero esta noticia les pilló de sorpresa. Nadie se esperaba que yo, Cactus, había sido una debilucha, una de esas chicas que arreglan todo vomitando la comida, como si ese fuera su problema.
Pero ahí estaba, diciendole a las personas mas importantes de mi vida que yo era bulimica y que estaba en tratamiento. Por eso desaparecía por las tardes, por eso reaccionaba mal cuando un chico se me acercaba. Ahora todo tenía sentido. 

Jamás había llorado delante de mis mejores amigas, Petalo y Burbuja. Nunca. Pero esa noche lloré. Estaba hasta asustada. Era un monstruo, y muchas veces me hubiera encantado arrancarme la piel a tiras, solo por verme mas bonita. 

La bulimia fue algo en lo que jamás hubiera pensado en caer. Pero caí. Cada burla, cada vez que me señalaban, todo eso hacía mella poco a poco. Son heridas ya cerradas, pero aun queda la cicatriz, y es una marca que nunca se irá. Poco a poco lo va sabiendo mas gente, y es algo que cuento porque me apetece y veo el momento, como ahora.
Para mí, levantarme cada mañana y mirarme en el espejo sin sentir asco es algo muy importante, vital diria yo. 
He aceptado que soy como soy, y que no soy tan defectuosa como yo pensaba. Tengo mis virtudes y mis defectos, y mi cuerpo no es un defecto. Es mi cuerpo, y es bonito a su ma manera. No puedo pretender ser tan delgada como esas chicas que salen en la television o en las revistas, no. Soy como soy y me gusta como soy. 
Mis amigos han sido un apoyo inmenso en estos meses y han visto mi cambio de primera mano. A pesar de todo, me siguen vigilando, estando atentos por si vuelvo a hacer esa clase de tonterias, y yo, aunque les llamo pesados, se lo agradezco tanto que no se ni como expresarlo. 
Personas que se han enterado tarde y aun así me han dicho que se alegraban por mi, que estaban ahi por si les necesitaba; eso es mucho mas de lo que me merezco.

Os tengo que pedir perdon a todos, porque no debería haberme callado tanto tiempo, si no contaroslo desde el minuto uno, pero quien me conozca sabe que soy una persona reservada, que cuenta las cosas cuando siento que debo contarlas, no por obligación. 
Y, si no lo he contado hasta ahora, era por el miedo a ser dada de lado o por el hecho de que me miraran con ojos de pena, como si fuera una enferma andante. 

Estuve sola porque fue mi decisión; bastante daño había causado a mi alrededor para añadir una tortura más. Me alejé de aquellos a quien quiera, me alejé de la persona que guardaba en mi corazón. Me aislé. 
He llorado en la oscuridad noches y noches, y al día siguiente he tenido que fingir sonrisas. He tenido que aguantar comentarios, y he tenido que aguantar impertinencias de personas que no llegaron a entender mi estado. Esas personas veían a Cactus la bulimia  no a Cactus, una chica que, sin decir nada, gritaba hasta desagarrarse ayuda. 

Esta es mi historia, la historia de una vida que no deseo a nadie que la viva, pero que al in y al cabo, ha hecho de mi lo que soy ahora.
Por hoy, soy una persona feliz, segura, que ve la luz al final del tunel y que a pesar de que adora estar con sus amigos, ama aun la soledad, esa compañera que estuvo conmigo tantos años de silencio.